Hay un tema en cuestión: las relaciones personales a
través de las redes sociales. Es mucho
lo que se puede decir y mucho lo que se puede criticar, así como mucho lo que
se puede preguntar. En este caso
queremos preguntarle a la Teología, concretamente a la doctrina de la Trinidad…
veamos qué nos ilumina frente al tema propuesto.
Primero es importante recordar la estructura básica de la
comunicación; se habla de tres elementos esenciales: un emisor, un receptor y
un mensaje que une a ambos. Son dos los
personajes, cada uno actúa en distintos momentos como receptor y como emisor, y
es uno el mensaje que los une en una sola relación. Curiosamente la doctrina de
la Trinidad de Dios es muy similar a lo anterior: Dios es Padre y es Hijo,
ambos unidos en el amor, que es su relación y persona divina a la vez, el
Espíritu Santo. Dios Padre como emisor
que ama al Hijo, el Hijo que como receptor es el eterno amado, y el Espíritu
Santo que es el amor mismo que une a ambos.
No es accidental esta semejanza entre la estructura de la comunicación y
las relaciones divinas, todo lo contrario, sabemos que Dios lo ha hecho todo y
ha dejado sus huellas en la creación (Sb. 13,1). Hizo al hombre a su imagen y
semejanza (Gn. 1,27). Otra prueba la
encontramos en que siendo Dios relación al interior de sí mismo, se manifiesta
esto en el hombre en su propia necesidad de relacionarse, y manifiesta esta
necesidad en la diversidad de relaciones que establece, incluyendo las de los
medios masivos y las redes sociales. No
solo es posible sino un deber el relacionarse para ser consecuente con su
propia naturaleza humana y creada.
Basados en lo anterior podemos entonces preguntar a la
doctrina trinitaria si es válido hablar de relaciones personales a través de
las redes sociales, y queremos también saber cómo deben ser éstas… ¿Qué nos dice Dios Trino? Sabemos que Dios es amor, es el perfecto
amor, Amor que se da (Padre), Amor que se recibe (Hijo), es el amor mismo
(Espíritu Santo). Un amor que se dona a
sí mismo, el Padre da su propia naturaleza al Hijo, diríamos un amor sincero, y
a la vez un amor libre, que no obliga.
Se consigue de allí que así mismo deben ser las relaciones humanas
(relaciones maduras y cristianas) con sinceridad y libertad.
Claro, es muy fácil fingir lo que no soy a través de un
Nick y de una foto de perfil, pero no sin atentar la naturaleza misma de mi ser
relacional y consecuentemente experimentar el vacío y la falta de sentido; al
igual que es muy fácil sufrir por las relaciones vanas y faltas de compromiso,
excepto si me acerco en libertad y valorando la libertad del otro.
Es posible hablar de relaciones personales entonces a
través de las redes sociales, y de relaciones auténticas, si éstas son sinceras
y libres, es decir si son relaciones basadas en el amor, el mismo que recibimos
de Dios.