Como presupuesto de este artículo de ideas un poco sueltas debe estar la lectura del texto bíblico Mc. 12,28-34...
El texto bíblico base de estos párrafos puede ser resumido en tres ideas básicas que son las que permiten dar luces a las diferentes experiencias de Nueva Evangelización: 1. Escucha; 2. El Señor, el único Señor; y 3. Amarás.
Como primer punto nos encontramos que toda evangelización es escucha, sabes que la fe entra por el oído, que se hace necesario un testigo comprometido que predique el Buen Mensaje, es un misterio en el que entra el evangelizado. Quienes estamos ya caminando en la Nueva Evangelización somos conscientes de este cambio en nuestra vida, hemos notado cómo anteriormente la Palabra era difícil de penetrar, que la Eucaristía era más fría y poco profunda, ahora en cambio las lecturas sagradas son todo un juicio para nuestra vida, cada Eucaristía es una experiencia de renovación e iluminación de nuestra vida. Pero también debemos revisar permanentemente qué tanto estamos escuchando. ¿Dejas que tu corazón se impregne de esas maravillosas palabras de Amor que Dios te entrega cada día?, permites que tu vida vaya cambiando según la Palabra te va iluminando?, dejas que sea Cristo quien reine en tu vida como Señor de Señores?, escuchas a tus hermanos de comunidad como quien quiere escuchar las palabras mas sagradas?, miras los acontecimientos de tu vida como una nueva escucha de un Dios que se manifiesta en tu historia?...
El anterior punto nos lleva necesariamente a profundizar en el segundo. Jesús, el Cristo, es el Señor. Sabemos que el pueblo de Israel se debatía entre la idolatría y la fidelidad. Contempla cómo Dios se manifiesta en la liberación, en la protección, en la providencia y sin embargo otros dioses terminan dominando el culto. Los profetas vienen siempre a recordar la fidelidad, la Unidad de Dios, el verdadero culto. Nuestra historia no es ajena a la de Israel, menos cuando nuestra vida se deja dominar por la moda, por el dinero, por el poder, por el hedonismo, por una persona en particular, por las propias emociones o instintos; es cierto que ya hemos experimentado cómo el Señor ha cambiado nuestra historia y damos testimonio de ello, sin embargo no podemos dejar de preguntarnos hasta qué punto hemos hecho del Señor el verdadero centro de nuestra vida; que no sea solo reconocer a Cristo como Señor sino sobre todo hacer eso efectivo en la cotidianidad, en cosas sencillas como en la puntualidad de la fe, en la perseverancia, en el apostolado, cuando hay dificultades con los hermanos, en el tiempo, en el dinero, en el trabajo, en la familia, en la sexualidad, en la imaginación, etc., que no quede ningún aspecto de nuestra vida que no esté postrado ante el Salvador.
Finalmente, y como colmo de la vida cristiana en la Evangelización, tenemos el imperativo de Amarás... Dios es Amor y cada uno de nosotros, creados a su imagen y semejanza, debemos ser naturalmente amor. La Evangelización ha constituído para nosotros principalmente dejarnos amar y aprender a amar. Hemos dado el paso a aceptar a los demás, aceptarnos a nosotros, dejarnos amar por Dios y nos hemos comprometido a amar a los demás. Qué bueno no desaprovechar otra oportunidad de revisarnos y preguntarnos: ¿En serio?, realmente estás amando a tus hermanos? qué sucede cuando hay dificultades con tus hermanos?, te preocupas por tus hermanos de comunidad cuando no asisten?, cómo es tu preocupación y amor por los no evangelizados?, a qué te mueve el amor?, qué experimentas frente al hermano solo, desamparado, frente al hermano necesitado?
Escucha: el Señor es el único Señor, lo amarás a Él, a tu prójimo y a ti mismo.
El texto bíblico base de estos párrafos puede ser resumido en tres ideas básicas que son las que permiten dar luces a las diferentes experiencias de Nueva Evangelización: 1. Escucha; 2. El Señor, el único Señor; y 3. Amarás.
Como primer punto nos encontramos que toda evangelización es escucha, sabes que la fe entra por el oído, que se hace necesario un testigo comprometido que predique el Buen Mensaje, es un misterio en el que entra el evangelizado. Quienes estamos ya caminando en la Nueva Evangelización somos conscientes de este cambio en nuestra vida, hemos notado cómo anteriormente la Palabra era difícil de penetrar, que la Eucaristía era más fría y poco profunda, ahora en cambio las lecturas sagradas son todo un juicio para nuestra vida, cada Eucaristía es una experiencia de renovación e iluminación de nuestra vida. Pero también debemos revisar permanentemente qué tanto estamos escuchando. ¿Dejas que tu corazón se impregne de esas maravillosas palabras de Amor que Dios te entrega cada día?, permites que tu vida vaya cambiando según la Palabra te va iluminando?, dejas que sea Cristo quien reine en tu vida como Señor de Señores?, escuchas a tus hermanos de comunidad como quien quiere escuchar las palabras mas sagradas?, miras los acontecimientos de tu vida como una nueva escucha de un Dios que se manifiesta en tu historia?...
El anterior punto nos lleva necesariamente a profundizar en el segundo. Jesús, el Cristo, es el Señor. Sabemos que el pueblo de Israel se debatía entre la idolatría y la fidelidad. Contempla cómo Dios se manifiesta en la liberación, en la protección, en la providencia y sin embargo otros dioses terminan dominando el culto. Los profetas vienen siempre a recordar la fidelidad, la Unidad de Dios, el verdadero culto. Nuestra historia no es ajena a la de Israel, menos cuando nuestra vida se deja dominar por la moda, por el dinero, por el poder, por el hedonismo, por una persona en particular, por las propias emociones o instintos; es cierto que ya hemos experimentado cómo el Señor ha cambiado nuestra historia y damos testimonio de ello, sin embargo no podemos dejar de preguntarnos hasta qué punto hemos hecho del Señor el verdadero centro de nuestra vida; que no sea solo reconocer a Cristo como Señor sino sobre todo hacer eso efectivo en la cotidianidad, en cosas sencillas como en la puntualidad de la fe, en la perseverancia, en el apostolado, cuando hay dificultades con los hermanos, en el tiempo, en el dinero, en el trabajo, en la familia, en la sexualidad, en la imaginación, etc., que no quede ningún aspecto de nuestra vida que no esté postrado ante el Salvador.
Finalmente, y como colmo de la vida cristiana en la Evangelización, tenemos el imperativo de Amarás... Dios es Amor y cada uno de nosotros, creados a su imagen y semejanza, debemos ser naturalmente amor. La Evangelización ha constituído para nosotros principalmente dejarnos amar y aprender a amar. Hemos dado el paso a aceptar a los demás, aceptarnos a nosotros, dejarnos amar por Dios y nos hemos comprometido a amar a los demás. Qué bueno no desaprovechar otra oportunidad de revisarnos y preguntarnos: ¿En serio?, realmente estás amando a tus hermanos? qué sucede cuando hay dificultades con tus hermanos?, te preocupas por tus hermanos de comunidad cuando no asisten?, cómo es tu preocupación y amor por los no evangelizados?, a qué te mueve el amor?, qué experimentas frente al hermano solo, desamparado, frente al hermano necesitado?
Escucha: el Señor es el único Señor, lo amarás a Él, a tu prójimo y a ti mismo.