Dios?, y dónde está Dios para que lo veamos y creamos en Él?, cómo podría acercarme a ese Dios que dicen trinitario? Así son algunas de las preguntas que hoy se formulan muchas personas hoy, bueno las que aún se formulan preguntas de este tipo. Aquí intentaremos presentar una propuesta de acercamiento a la realidad Trinitaria...
Siempre estaremos refiriendo nuestro Dios trinitario en los términos que nos ha transmitido San Juan: Dios es amor. Recordaremos siempre también que entonces Dios es Amante, Amado y el Amor mismo, ésta es la base toda reflexión en este blog. Además también vamos a tener como presupuesto lo que el mismo Jesús nos dijo de sí mismo: Yo soy el camino, la verdad y la vida... Nos acercaremos entonces a la realidad Trinitaria a través de este camino: Jesucristo.
Dios, pues, es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y el camino es el Hijo, es decir el Amado... Esto nos lleva, como primer paso a acercarnos al Amado. Si Jesús nos muestra el camino y él es el Amado, es decir el que se deja amar, nuestro camino de acercamiento debe inicar dejándonos amar. En la experiencia personal no encuentro otro camino al Dios verdadero sino éste, dejarme amar por este Dios. Antes de querer entenderlo, verlo, tocarlo, incluso antes de amarlo, el primer paso es dejarte amar por Él.
Iniciado este camino a través de Jesús, el Amado, pasaremos ahora al Espíritu Santo, el Amor. Qué nos muestra Éste que es Espíritu? Es como un soplo, algo que no toca sino que mueve, y frente a algo que me mueve la respuesta sería dejarme mover, o mejor dicho hacerme dócil a este movimiento. Muy bien, el segundo paso entonces está en profundizar el Amor, primero me dejé amar, ahora me dejo llevar a la locura del amor que mueve, ¿a qué?, no sabemos, que nos mueva a donde quiera, pero que me mueva realmente el amor.
Finalmente, habiendo caminado a través del Hijo que es el eterno Amado y del Espíritu que es el mismo Amor que inspira y mueve nos queda ahora mirar hacia arriba, al origen de todo amor, al origen de todo, y seguramente ya sin deseos de comprender y de atrapar con el entendimiento sino con el solo deseo de ser amados, con el solo deseo de ser humildes para contemplar la grandeza y la gloria de quien Es. Dios Padre es el origen y autor de todo, es la fuente del Amor y llegados a Él sólo queda la felicidad de su Amor, sólo queda amar como Él, dando todo a todos.
Sólo el amor nos lleva a ver, sentir y tocar a Dios, y sólo el amor puede demostrar que lo hemos conocido. A Dios no le conocemos en nuestros parámetros, con nuestros métodos científicos, ni con la experiencia deseada, a Dios le conocemos en los métodos de Él, haciendo su propio recorrido Trinitario.
Que queda de esta reflexión?: vivirla, es decir, vamos a dejarnos amar, vamos a hacernos dóciles a ese amor, vamos mirar hacia arriba a la fuente de todo amor.
Siempre estaremos refiriendo nuestro Dios trinitario en los términos que nos ha transmitido San Juan: Dios es amor. Recordaremos siempre también que entonces Dios es Amante, Amado y el Amor mismo, ésta es la base toda reflexión en este blog. Además también vamos a tener como presupuesto lo que el mismo Jesús nos dijo de sí mismo: Yo soy el camino, la verdad y la vida... Nos acercaremos entonces a la realidad Trinitaria a través de este camino: Jesucristo.
Dios, pues, es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y el camino es el Hijo, es decir el Amado... Esto nos lleva, como primer paso a acercarnos al Amado. Si Jesús nos muestra el camino y él es el Amado, es decir el que se deja amar, nuestro camino de acercamiento debe inicar dejándonos amar. En la experiencia personal no encuentro otro camino al Dios verdadero sino éste, dejarme amar por este Dios. Antes de querer entenderlo, verlo, tocarlo, incluso antes de amarlo, el primer paso es dejarte amar por Él.
Iniciado este camino a través de Jesús, el Amado, pasaremos ahora al Espíritu Santo, el Amor. Qué nos muestra Éste que es Espíritu? Es como un soplo, algo que no toca sino que mueve, y frente a algo que me mueve la respuesta sería dejarme mover, o mejor dicho hacerme dócil a este movimiento. Muy bien, el segundo paso entonces está en profundizar el Amor, primero me dejé amar, ahora me dejo llevar a la locura del amor que mueve, ¿a qué?, no sabemos, que nos mueva a donde quiera, pero que me mueva realmente el amor.
Finalmente, habiendo caminado a través del Hijo que es el eterno Amado y del Espíritu que es el mismo Amor que inspira y mueve nos queda ahora mirar hacia arriba, al origen de todo amor, al origen de todo, y seguramente ya sin deseos de comprender y de atrapar con el entendimiento sino con el solo deseo de ser amados, con el solo deseo de ser humildes para contemplar la grandeza y la gloria de quien Es. Dios Padre es el origen y autor de todo, es la fuente del Amor y llegados a Él sólo queda la felicidad de su Amor, sólo queda amar como Él, dando todo a todos.
Sólo el amor nos lleva a ver, sentir y tocar a Dios, y sólo el amor puede demostrar que lo hemos conocido. A Dios no le conocemos en nuestros parámetros, con nuestros métodos científicos, ni con la experiencia deseada, a Dios le conocemos en los métodos de Él, haciendo su propio recorrido Trinitario.
Que queda de esta reflexión?: vivirla, es decir, vamos a dejarnos amar, vamos a hacernos dóciles a ese amor, vamos mirar hacia arriba a la fuente de todo amor.